martes, 15 de noviembre de 2016

Jardines Verticales en tu ciudad

Es sabido que el modelo mediterráneo de urbanización se basa en una estructura compacta,  con una clara separación (cada vez menos) entre campo y ciudad. Obviando esta realidad se deduce, a su vez, una situación patente de ausencia de zonas verdes y espacios públicos abiertos susceptibles de acoger vegetación. Ahí  las sucesivas leyes del suelo han apostado claramente por unos estándares mínimos que ahuecaran un poco esta compacidad y establecieran unos mínimos espacios abiertos entre conjunto de manzanas.

Esta realidad aún es evidente en nuestras ciudades –pueblos y capitales- donde se suceden muchos itinerarios y calles sin un ensanche o plaza y, menos aún, zona verde propiamente dicha. En este sentido, las huertas y jardines interiores de palacios y conventos, una vez en carga urbana, han sido una fácil solución (p.e. Parque Mª Luisa y Jardines del Valle en Sevilla).

De otro lado, el instinto y naturaleza humanos tiende a rodearse de plantas y de vegetación, de forma que, allí donde es posible, plantamos y convivimos con ellas, aunque sea un vulgar y/o colorido tiesto de maceta en nuestro balcón.

Pero en nuestra coyuntura actual, con la contaminación, el efecto invernadero y las emisiones de CO2 la ciudadanía está preocupada y quiere colaborar. Es el caso de la Red de Sevilla por el Clima, presentada en junio pasado y en clara expansión técnica y social. Uno de los objetivos y propuestas estrella es, además de abogar por la candidatura Sevilla Capital Verde Europea 2020, las Azoteas Verdes.

Con esto se pretende implicar al conjunto de la ciudadanía a mitigar el cambio climático cambiando las áridas azoteas, terrazas  y balcones por un espacio más  húmedo con clorofila y colores que, en la Red, consideramos fácil y necesariamente viable a poco que se ayude a los vecinos. El referente, sin duda, fue el ajardinamiento y humidificación de la Isla de la Cartuja en 1992.


Pero  volviendo al análisis urbano inicial, convendremos que un jardín normal o zona verde urbana se configura en un espacio poligonal más o menos horizontal y escasamente elevado. Sin embargo las ciudades tienen enormes posibilidades de multiplicar estas superficies en las fachadas y muros privados, o sea, espacios o Jardines Verticales.


Evidentemente esto no es nuevo, pero sí escaso y poco promovido. Imagínense las potencialidades de reverdecimiento en muchas manzanas o esquinas  de nuestras ciudades. Pero no se trata -ni se defiende- de rellenar fachadas por doquier, sino valorar esta alta potencialidad verde, climática, ecológica y estética, en nuestras calles donde abunda la humedad del subsuelo y la luminosidad. Hay espacios emblemáticos en cada población que podrían multiplicarse con especies tan conocidas y adaptadas como la parra virgen, buganvillas, hiedras, glicinias, clemátides, madreselvas, rosas trepadoras, jazmines…

Atemperaríamos el calor urbano y ganaríamos sin duda en estética, fauna, colorido, fijación de CO2, etc.

Fdo: Juan Eugenio Mena Cabezas.

Consultor ambiental y miembro de la RED por el CLIMA.

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